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Mi nombre es Tefy. Soy una chica común y corriente, podría ser tu vecina de al lado, pero tengo una confesión que hacer: mi primer orgasmo fue a los 25 y, durante los años previos, fingí el placer sistemáticamente cada vez que tuve relaciones.

Mi primera vez fue a los 17, sentía mucha curiosidad como cualquier adolescente, pero también culpa y miedos. Afortunadamente acá no hubo ningún trauma o abuso. Mi dificultad tenía que ver exclusivamente con la educación que recibí, el modelo de lo que una chica bien tenía que ser: las chicas bien no andan experimentando por ahí, no cogen antes de casarse. Yo lo hacía y me sentía me sentía terriblemente culpable. Puede parecer cosa del siglo pasado, pero siguen existiendo familias donde el sexo es tabú y ese era mi caso.

Por supuesto, me daba muchísima vergüenza no acabar y lo oculté, no lo hablé con nadie. Al principio, le eché la culpa a mi inexperiencia y la de mi pareja, pensaba que a medida que tuviéramos más práctica, el orgasmo iba a llegar por sí solo, pero no pasó. Después, pensé que cuando pudiera independizarme y hacer mi vida sin rendir cuentas a nadie, iba a poder sentirme libre de verdad y experimentar el placer, pero no pasó tampoco. 

Finalmente, decidí empezar una terapia con una sexóloga y hablar francamente de toda esa presión y expectativas, y el orgasmo llegó al fin. 

En este blog, quiero compartir mi historia de autoconocimiento y experimentación sexual para ayudar a otras personas que estén pasando por las mismas dificultades que tuve yo y también como parte de mi cambio de actitud. No quiero ocultar más mis deseos. El sexo es bueno, el sexo es sano, y lo más importante de todo, nunca es tarde para aprender a experimentar el placer.    

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1 COMENTARIO

  1. He entrado en tu sitio después de encontrarte virtualmente en Madrid, y he seguido en él por curiosidad. Me ha gustado, escribes con mucho gusto, en todos los sentidos 🙂
    Aprovecho el anonimato para comentarte que, por mi parte y como hombre, me ha ocurrido -y aún a veces lo hace- lo que a tí. Evidentemente yo no puedo fingir, y alguna vez me he quedado muy chafado de sufrir que, aunque estuviera con alguien que me gustara mucho físicamente, no lo disfrutaba lo suficiente y en ocasiones ni siquiera pude hacerlo literalmente. Cuando yo empecé a tener relaciones de chaval no me ocurría; fue a partir de los 27, y sólo con algunas personas. Cuando cojo confianza desaparece, o si directamente le cuento a la chica la situación; si ella lo comprende y me trata con más “mimo”, me acaricia, etc., sin esperar de primeras a un empotrador, hace un clic mi cabeza, me relajo, y ya todo va bien normalmente. Pero eso, es increíble cómo está todo en la cabeza.
    Pero al leer algún relato tuyo me encuentro con frases del tipo “quiero desabrocharle el pantalón y notarla dura”.. Es esa expectativa que nos creamos, pensando que tenemos que ser máquinas sexuales preparados para vosotras lo que, supongo, puede generar estos cortocircuitos en la cabeza. Y al revés, claro está.
    Por otro lado, en cuanto a tu experiencia, una pena que te encerraras en tí misma, fingiendo sin hablar del tema con el chico… Porque estoy seguro de que habría habido alguien sensible que te hubiera ayudado con cariño y generosamente a relajarte y disfrutar. Como dices, se disfruta mucho más cuando sientes que la otra persona también lo pasa bien.
    Un saludo!

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