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Hacer un poco de introspección y dejar volar la imaginación es altamente recomendable para dar rienda suelta a las fantasías y mejorar nuestra vida sexual.

Como ya les conté en otra historia sobre mis gustos a la hora del sexo, tuve varias sesiones de terapia dedicadas a profundizar el análisis y hacer un poco de introspección. La idea de coger con alguien y no poder acabar me seguía preocupando, y para aliviar tensiones la sexóloga me daba tarea y ejercicios. El objetivo era poder relajarme y dejarme llevar para disfrutar del sexo, sin perseguirme tanto por si iba a lograr tener un orgasmo o no.

Esta vez, tenía que dejar volar mi imaginación y anotar mis fantasías sexuales por más locas que fueran o aunque nunca me atreviera a cumplirlas. El ejercicio consistía en mucho más que armar un simple listado. Tenía que visualizarme en la escena, pensar las secuencias completas, cargarlas de contenido y detalles. Cuanto más pudiera atreverme a imaginar, más fácil sería disfrutar porque la capacidad de fantasear influye directamente en el incremento de la libido.

La sexóloga me explicó que fantasear es algo completamente natural y muy sano desde el punto de vista psicológico. De hecho, hacerlo mejora nuestra vida sexual y todos, absolutamente todos, tenemos fantasías sexuales aunque la mayoría prefiera guardarlas en su intimidad. A través de ellas, podemos vivir experiencias que de otro modo no serían posibles, pero que desarrollándose en nuestra mente pueden reportarnos el mismo placer. 

Por eso, me recomendó buscar fuentes de inspiración en películas, libros, música, series, etc. que activaran mis sentidos en el camino de lo erótico. He aquí, entonces, mi lista de fantasías sexuales tal como las conté en terapia:

1) Fuera ropa:

Siempre me gustó que el otro me desvista, que me vaya sacando la ropa poco a poco para acariciar cada centímetro de mi cuerpo desnudo. Pero hay otra cosa que me pone muy cachonda fantasear… Me imagino besándome apasionadamente con un chico. Los dos desesperados por sentir la piel del otro, por descubrir nuestra anatomía. Nuestros cuerpos entrelazados, mis piernas rodeando su cintura, atrayéndolo contra mí, sintiendo su erección contra mi pubis. Y en medio de ese frenesí, él decide que ya no puede esperar más y me arranca la blusa intempestivamente.

La rasga a la mitad por la línea del escote y deja al descubierto mi pechos turgentes, casi desbordando del corpiño por la excitación. Los pezones parados se me traslucen a través del encaje y él los aprieta con fuerza. Ambos estamos poseídos por la lujuria y, en otro arrebato de deseo, él desgarra mi corpiño y mis tetas desnudas brotan. Él me come los pezones y mi concha mojada arde. Ahora soy yo la que le ruega para que me arranque la tanga y me penetre, lo deseo con locura.

Quiero que me meta el pito hasta lo más profundo y que me lo haga sentir bien duro, todo adentro mío. Él cumple mi pedido y cogemos con apetito animal por el otro. Él reclama mi concha como suya con cada clavada de pija y yo se la entrego gustosa, deleitándome en cada asestada, gozando cada movimiento. Acabo gimiendo desde lo más profundo de mi ser, con mi concha contrayéndose en un espasmo dulce y furioso a la vez.

2) En un lugar público: 

Otra cosa que me enciende es visualizarme teniendo cualquier tipo de actividad sexual en un lugar público. Esta fantasía es un clásico que soñamos prácticamente todos. Supongo que nos despierta alguna especie de morbo por estar haciendo algo prohibido y por la adrenalina que supone el riesgo de ser descubiertos. Yo fantaseo con que todo sucede una noche de verano. Hace un calor pegajoso y tengo puesto un vestido solero, corto y suelto. No llevo corpiño y estoy usando una tanga mínima para que no se note demasiado debajo de la tela fresca y liviana del vestido. Sin embargo, algo se nota; me doy cuenta cuando voy caminando y los tipos quedan hipnotizados mirándome la cola.

Estoy en una fiesta en una quinta con mucha gente, hay música fuerte, alcohol y un viejo conocido que lleva años histeriqueándome, pero que nunca pasa a la acción. De repente, alguien sugiere que todos nos tiremos a la pileta y nos parece la mejor idea del mundo, hace un calor terrible. Boludeamos por una rato largo en el agua y, para cuando decido salir, me doy cuenta de que mi vestido se vuelve casi transparente estando mojado. La tela empapada se me pega al cuerpo y deja traslucir mis tetas sin corpiño y mi pequeña tanga que se me entierra en el culo.

La situación me da un poco de vergüenza y, para colmo, me agarra frío por haber salido del agua y se me paran los pezones, que cada vez se transparentan más. Yo voy directo para el baño para tratar de secarme, pero en el camino me lo cruzo a él… el histérico. Aunque llevo puesto el vestido, estoy prácticamente en bolas y él me está mirando. Noto un brillo distinto en sus ojos, puedo percibir que lo estoy calentando. Siento que este es el momento, siento que es ahora o nunca. Él avanza hacia mí, se mantiene mudo, pero su mirada lo dice todo. Yo me acerco también, tomo su mano y la apoyo en una de mis tetas. Disfruto de su tacto y siento como la aprieta con suavidad. Juguetea con mis pezones parados y yo me excito mucho.

Nos escabullimos a un rincón detrás de la casa mientras los demás invitados siguen bailando. El me besa y me apoya contra una pared. Luego me levanta el vestido y me corre la tanga. Ahora se agacha y empieza a chuparme la concha. Yo lo agarro del pelo mientras él pasa su lengua por mis labios y besa mi clítoris. Me estremezco con cada lamida. Él me succiona, me lengüetea y yo me acabo en su boca mientras a unos pocos metros sigue la fiesta.

3) Tres no siempre son multitud

Esto es algo que no sé si estoy lista para probar en la realidad aún, pero que me divierte mucho imaginar. Desde que tuve el sueño en el que hacía un trío con mi amiga y su novio, que esta idea ronda a veces por mi cabeza y fantaseo con que tres no siempre son multitud. A veces me imagino teniendo sexo en trío, pero con una variante: me gustaría probar estar con dos hombres a la vez.

Lo que más me calienta es repetir la sensación que tuve en el sueño de sentirme en el medio de un “sándwich humano”. Quiero sentir el calor de dos cuerpos al mismo tiempo, frotándose contra mí por delante y por detrás. Quiero sentirme atrapada entre ellos. Visualizo que uno me apoya la pija dura en el culo y pega su torso contra mi espalda, mientras me besa el cuello y se agarra de mis tetas. Simultáneamente, el otro me besa la boca y apoya su verga venosa contra mi pubis.

Las cuatro manos de los chicos me recorren, tocan cada centímetro de mi anatomía. Sus dedos se clavan en mi carne y no queda rincón de mi cuerpo que no esté recibiendo placer. Los tres nos fundimos en uno, nos movemos con sincronización perfecta, nos gozamos apasionadamente. Mi concha arde, siento que mi clítoris palpita. Todavía no sé si me los cojo a los dos a la vez o si les pido que tomen turnos. Por ahora, me basta la fantasía de imaginarme presa de dos cuerpos que me rodean, de pensar en nuestras pieles frotándose, de sentir múltiples manos acariciándome por todos lados… Pero quién sabe, tal vez algún día me atrevo y, de paso, defino en la vida real cómo termina la historia.

Y ustedes… ¿Qué fantasías tienen? ¿Se animan a contar alguna?

Te invito a seguir leyendo mis historias y si te dieron ganas de algo más subido de tono mirá acá.

4 COMENTARIOS

  1. Hola Tefy:
    Me gustan las tres fantasías, el poder desnudar a mi pareja y que me quite la ropa y aumentar la piel entre ambos es riquísimo. , es pacseguirbesando hasta que se reclame más atención.
    Lo del lugar público, está bueno si a los dos les pinta la adrenalina, si alguno la bajonea, hay que probar otras.
    y El trió, creo que quedará en fantasía, no compartiría a mi pareja, pero siempre hay mas por descubrir, y por fantasear es ilimitado.
    Como siempre me gusta tu posteo y te sigo, besos

  2. […] Había fantaseado tanto con poder disfrutar del sexo con un compañero que inevitablemente la idea de ese primer encuentro me generaba ansiedad. Coger no era nada nuevo para mí, tenía años de experiencia, pero todo siempre se había desarrollado de forma mecánica, en piloto automático. No me daba pudor desnudarme ni tener intimidad con otra persona, pero me preocupaba bastante mi falta de pericia en mi propio goce. Ni quería que se notara que aquel iba a ser mi debut en la exploración del placer de a dos. Tampoco quería tener que dar explicaciones sobre mi pasado.          […]

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